21 junio 2009

Empuja tu vaquita


Hace un tiempo atrás había publicado esta historia que guarda un gran mensaje... tomense unos minutos para leerla, les aseguro que aprnederán mucho...
Empuja tu vaquita
Un maestro de la sabiduría paseaba por un bosque con su fiel discípulo, cuando vio a lo lejos un sitio de apariencia muy pobre, y decidió hacer una breve visita al lugar. Durante la caminata le comentó al aprendiz sobre la importancia de las visitas y el hecho también de conocer personas y las oportunidades de aprendizaje que se obtienen de estas experiencias.
Llegando al lugar constató la pobreza del sitio, los habitantes, una pareja y sus tres menores hijos, la casa de madera, vestidos con ropas sucias y rasgadas, sin calzado. Entonces se aproximó al señor, aparentemente el padre de familia y le preguntó: “En este lugar no existen posibilidades de trabajo ni puntos de comercio tampoco, ¿cómo hacen usted y su familia para sobrevivir aqui?.”
El hombre muy pausadamente le respondió: “Amigo mío, pasto no nos falta nunca y tenemos una vaquita que nos da varios litros de leche todos los días. Una parte del producto la vendemos o lo cambiamos por otros alimentos en la ciudad vecina y con la otra parte producimos queso, cuajada, etc., para nuestro propio consumo y es asi como hemos venido sobreviviendo”.
El sabio agradeció la información, contempló el lugar por un momento, luego se despidió y se fue. En el medio del camino, volteó hacia su fiel discípulo y le ordenó: “Busca la vaquita, llévala al precipicio que se encuentra allí en frente y empújala al barranco”.
El joven espantado vio al maestro y le cuestionó sobre el hecho de que la vaquita era el medio de subsistencia de aquella familia. Mas como percibió el silencio absoluto del maestro, fue a cumplir la orden. Así que empujó la vaquita por el precipicio y la vio morir. Aquella escena quedó grabada en la memoria de aquel joven durante algunos años.
Un día el joven resolvió abandonar todo lo que había aprendido y regresar a aquel lugar y contarle todo a la familia, pedir perdón y ayudarlos. Así lo hizo, y a medida que se aproximaba al lugar veía todo diferente, con árboles floridos, todo habitado, con un auto en el garaje de tremenda casa y dos niños jugando en el jardín.
El joven se sintió triste y desesperado imaginando que aquella humilde familia tuviese que vender el terreno para sobrevivir, aceleró el paso y llegando allá, fue recibido por un señor muy simpático, el joven preguntó por la familia que vivía ahí cinco años atrás, el señor respondió que seguían viviendo ahí.
Espantado el joven entró corriendo a la casa y confirmó que era la misma familia que visitó hace algunos años con el maestro. Elogió el lugar y le preguntó al señor: ¿Cómo hizo para mejorar este lugar y cambiar de vida?.
El señor entusiasmado le respondió: ” Nosotros teníamos una vaquita que cayó por el precipicio y murió, de ahí en adelante nos vimos en la necesidad de hacer otras cosas y desarrollar otras habilidades que no sabíamos que teníamos, así alcanzamos el éxito que sus ojos vislumbran ahora”.
Todos nosotros tenemos una vaquita que nos proporciona alguna cosa básica para nuestra sobrevivencia la cual es una convivencia con la rutina, nos hace dependientes, el mundo casi se reduce a lo que la vaquita nos produce. Atrévete a descubrir cual es tu vaquita para empujarla por el precipicio…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Este relato me ha caído en el momento preciso. Gracias.

@gonmipaa